Trump, el engendro de la política - espectáculo
TODA LA POLÍTICA DE EU ES ESPECTÁCULO
A Trump, como figura pública, lo crearon los medios, particularmente la televisión.
Obama trató de usarlo como un argumento despectivo, como si él mismo y su esposa no se la hubieran pasado todo su periodo haciendo propaganda más como artistas y figuras de la cultura popular.
La política gringa es en sí misma espectáculo. Es su ADN. Obama, el que usó música de John Williams para su campaña, fue el primer presidente en ir a un talk show y y fue invitado frecuente a programas como el de David Letterman, Jay Leno, Stephen Colbert, John Stewart, Rachel Maddow, Andrew Marr, Jerry Seinfeld, Saturday Night Live. Today Show, The View, etc. La revista Vogue incluso publicó un Top 5 de sus mejores apariciones en TV: cuando bailó con Ellen Degeneres, cuando apareció en Between Two Ferns, cuando condujo con Stephen Colbert, cuando contestó tuits con Jimmy Kimmel y cuando se puso a rapear con Jimmy Fallon.
Pero en cuanto a Trump, los mismos medios que lo crearon buscaron después destruirlo pero ya no pudieron. Si exhibir sus modos estrafalarios solo le había ayudado más, los tiros de precisión (los audios y testimonios de sus presuntos abusos sexuales, por ejemplo) lo afectaron, pero no de muerte.
Al final, la apuesta mediática para derribarlo fue enorme e insólita, pero fracasó. Esta fue una elección en donde también fueron derrotados los medios tradicionales, las encuestas y los analistas basados solo en ambos. Las redes sociales ganaron y también fueron las que terminaron por entronizar a Trump.
En octubre, Trump se burló del famoso analista de datos y encuestas Nate Silver diciendo: “siempre ha estado en el lado correcto de lo que ha pasado, pero a mí no pudo predecirme”. Y sí, tuvo razón.
LAS REDES SOCIALES Y EL "FENÓMENO TRUMP"
Sin embargo, si las encuestas fallaron (y con ellas, un cúmulo de medios, periodistas y analistas), las redes sociales fueron más efectivas para predecir al ganador.
Análisis de las comunicaciones en las redes sociales realizados tanto por observadores del comportamiento digital como por algoritmos de inteligencia artificial, predijeron no solo el triunfo de Trump, sino que mostraron que sus simpatizantes tenían un comportamiento más “orgánico” en las redes sociales y más interacción entre ellos que los de Hillary.
Las gráficas de interacciones en redes, muestran que, con Trump, se generó realmente una “comunidad” masiva, formada y movida a su favor, una red social literal. En cierta manera, el empresario tiene razón cuando dice que más que una campaña, fue un “movimiento” el que se despertó.
Pero más allá del medio, están las causas. Las señales estaban ahí y eran claras: la molestia por la situación económica y la recuperación que no alcanzaba reflejarse aún en los bolsillos de toda la gente, el desprestigio de la clase política y la falta de representatividad de los partidos, la sensación de debilidad internacional, la sensación de deterioro moral en el país y hasta de persecución por parte de sectores cristianos y conservadores, etc.
Con razón o sin razón, las percepciones allí estaban y no pareció que Obama o Hillary se esforzaran mucho por hablarle a ese electorado insatisfecho. Tal como Trump, parecieron hablarle más a su voto duro. Bernie Sanders, en ese sentido, habría sido seguramente mucho mejor candidato que Hillary, quien, además, a diferencia de México, en Estados Unidos tenía igual o peor imagen negativa que el mismo Donald Trump.
LA ARROGANCIA DE OBAMA, ESE SHOWMAN "COOL"
Ante el crecimiento de Trump, lo que vino, en cambio, fue la condescendencia de Hillary en los debates y la permanente arrogancia “cool” de Obama que siempre lo minimizó y menospreció.
Lo grave fue que no solo menospreciaban a Trump, sino a los millones de estadounidenses detrás, “la mitad” de ellos llamados “deplorables” por la propia Clinton, quien, en teoría debería buscar su voto.
Parece claro que si la gran mayoría de medios (tanto en EU, como en México y otros lugares) no supieron reflejar lo que pasaba con los millones que enganchó el “fenómeno Trump”, mucho más allá del tema obvio del racismo y de la simplificación y caricaturización del personaje, ni Obama ni la campaña de Hillary supieron o quisieron verlo tampoco.
Obama, de hecho, en sus discursos posteriores a la elección ha mostrado una casi nula autocrítica, limitada casi a frases como “en política a veces se gana y a veces se pierde” o “a veces se pierden batallas, y hay que retirarse para reflexionar y luego volver”.
Y no, desde luego que no todos los que votaron por Trump son racistas, homofóbicos o misóginos. Muchos votaron con pesadumbre, como el menos peor de los males, considerando, según ellos, al gobierno demócrata todavía peor opción. Muchos de lo votos de Trump fueron más bien vs Hillary y muchos por Hillary, más bien para que no llegara Trump.
Y CUANDO SALIERON DE SU BURBUJA...
Michael Moore, el famoso director de documentales, con tendencia abiertamente antiTrump, lo expresó muy bien en una serie de tuits tras la victoria del empresario:
“Todos deben dejar de decir que están asombrados o en shock. Lo que quieren decir es que ustedes estaban en una burbuja y no estaban poniendo atención a sus compatriotas americanos y su desesperación. Tras AÑOS de negligencia por parte de ambos partidos, el enojo y la necesidad de venganza contra el sistema solo crecía. De repente llega una estrella de TV que les gusta cuyo plan es destruir a ambos partidos y decirle a todos: “¡están despedidos!”. La victoria de Trump no es una sorpresa. Nunca fue un chiste. Tratarlo así solo lo fortaleció más. Es una criatura y creación de los medios, pero estos jamás lo reconocerán”.
Trump no se hizo de la noche a la mañana. La clase política, los medios, la política-espectáculo de la vida pública estadounidense lo cobijó y lo permitió. Las consecuencias, sin embargo, son globales.