La disipación del tsunami electoral

La preocupación mayor -y con menor la tolerancia de la ciudadanía- es en la inseguridad; los delitos violentos y el crimen organizado se perciben con mayor gravedad respecto al pasado reciente.
3 Julio, 2019

En julio de 2018, en este espacio, afirmaba: “En las pasadas elecciones ciertamente fuimos testigos de un “tsunami”, pero las placas tectónicas del poder político y del poder económico no han terminado de acomodarse”.

Y en el blog de Economía de Nexos, agregaba: “…la comparación del triunfo lopezobradorista con un tsunami es más pertinente que nunca, sobre todo si pensamos en el sustrato social que ha reacomodado las fuerzas políticas y que aún seguirá sacudiéndolas… El sustrato del triunfo de López Obrador está dado por la enorme desigualdad económica sobre la cual se asentaron agravios específicos como la corrupción y la inseguridad, base que sigue ahí, esperando reacomodos derivados de las políticas públicas que lo afecten”.

A un año de distancia es posible decir que, si bien el proceso de reacomodo del poder político y económico continúa, el tsunami electoral va disipándose y comienzan a dibujarse las percepciones de los resultados a esperar. Lo primero resulta claro de la caída en la aprobación presidencial de su punto más alto, 81% en febrero de 2019, a su nivel actual de 70%, según el agregador de encuestas Oraculus, lo cual tiene su reflejo en el repunte de la desaprobación del presidente, de un mínimo de 14% a un 25% en el mismo periodo.

Por otra parte, de acuerdo a la más reciente encuesta de Consulta Mitofsky, el 54% siente que en lo personal su situación actual y la de su familia va mejorando, pese a que el 85% percibe que económicamente le ha ido igual o peor. Esto habla de que no todo se reduce a la apreciación de lo económico. El 48% de los encuestados perciben una reducción en la corrupción en las acciones del gobierno federal, pero el 60% percibe que la inseguridad se encuentra igual o peor que antes.

Una forma de dar sentido a estas cifras es interpretándolas como aspiraciones y preocupaciones en torno al futuro inmediato. Por una parte, está presente la expectativa de que los frutos de la economía, por magros que parezcan, sean mejor distribuidos.

Los nuevos programas sociales van en esta dirección en lo que concierne al ingreso, y aunque son visibles las dificultades para proporcionar una atención a la salud y a la educación con calidad, todavía se da el beneficio de la duda sobre su la permanencia o agudización de sus problemas. La preocupación es que, sin una mejora económica continua, la redistribución será de poco alcance e insostenible.

 

Los expertos encontrarán muchas fallas a la rendición de cuentas del gobierno, pero las mayorías no tienen ese nivel de exigencia y el simbolismo de la austeridad ha resultado efectivo en la opinión pública

 

En materia de corrupción, se percibe una mejora, en parte porque el destino del gasto público, por cuestionable que sea su rentabilidad social, es en términos generales más conocido, ya sea para para proyectos emblemáticos como la refinería de Dos Bocas o para algo más cercano a las personas, como las becas para jóvenes.

Los expertos encontrarán muchas fallas a la rendición de cuentas del gobierno, pero las mayorías no tienen ese nivel de exigencia y el simbolismo de la austeridad ha resultado efectivo en la opinión pública. Además, en contraste con los gobiernos estatales, el gobierno federal parece estar determinado en el asunto, independientemente de su eficacia.

Donde la preocupación es mayor, y menor la tolerancia, es en el tema de la inseguridad, en donde los delitos violentos y el crimen organizado se perciben como cobrando mayor gravedad respecto al pasado reciente. Sobre este punto, el lanzamiento de la Guardia Nacional sólo podrá calmar estas percepciones dando resultados tangibles en un plazo muy corto, lo cual conlleva el riesgo de violaciones a los derechos humanos por la extracción militar de sus integrantes. Esto último, también es percibido como un gran reto.

En suma, del arrasador tsunami electoral queda poco. Comienzan a predominar en el panorama las aguas revueltas de las percepciones encontradas del ejercicio del gobierno que se estancan en una incertidumbre que no cede, y entre la cual persiste la esperanza de un México mejor.

 

@equidistar

 

Rodolfo de la Torre Rodolfo de la Torre Actualmente es Director de Movilidad Social del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY). Ha sido coordinador de la Oficina de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Director del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad de la Universidad Iberoamericana, y Director de El Trimestre Económico, del Fondo de Cultura Económica (FCE). Fue parte del Comité Técnico para la Medición de la Pobreza en México. Es economista por el ITAM, y maestro en Filosofía de la Economía por la Universidad de Oxford.