La intrascendencia del crecimiento económico

Que existan oportunidades para grandes inversiones es muy probablemente cierto, pero ello no necesariamente significará mayor desarrollo económico.
29 Agosto, 2019

Durante una reciente conferencia "mañanera" del Presidente López Obrador, el Ing. Carlos Slim afirmó que el nulo crecimiento económico actual “es intrascendente (ya que) la economía va a crecer bien y pronto”.

Para muchos analistas, esta declaración no fue otra cosa que un intento por tratar de “quedar bien” con el Presidente, quien anteriormente había señalado que no le presta atención a las cifras del crecimiento económico porque no significan desarrollo.

Para otros, es evidencia de la “sumisión” del poder económico al político, objetivo que planteó López Obrador desde su toma de posesión y cuya mejor muestra fue la cancelación del aeropuerto en Texcoco.

Si bien estas interpretaciones son plausibles en mayor o menor grado, la afirmación de Slim también revela una visión sumamente preocupante sobre la estrategia de crecimiento (y desarrollo) que parecerían compartir López Obrador y los grandes empresarios de México representados por Slim y por Carlos Salazar, presidente del Consejo Coordinador Empresarial y quien acompañó a Slim en dicha conferencia.

El argumento central de esta visión empresarial es que “lo que nos está faltando es la inversión masiva, [pero] está dentro de los programas del gobierno, y es inminente que se pueda echar a andar”.

 

Crecimiento, Desarrollo e Inversión

Existe una amplia evidencia internacional de que la inversión es un ingrediente indispensable para el crecimiento acelerado de cualquier economía. Las experiencias de los Tigres Asiáticos, China, India y, en América Latina, de Chile lo corroboran.

Un rápido crecimiento económico genera más empleos formales, lo que a su vez incrementa los ingresos de la población. Esto se traduce en mayores ingresos para el gobierno que puede destinarlos a mejorar la infraestructura, la educación, la seguridad pública, etc.

Pero también esta evidencia muestra que para lograr un mejoramiento de las condiciones de vida de la mayoría de la población (desarrollo) dicho crecimiento acelerado es una condición necesaria pero no suficiente.

En otras palabras, el crecimiento económico “hace crecer el pastel” y la cuestión es cómo y en qué se distribuye. Si el crecimiento está concentrado en regiones, sectores o en pocas empresas o individuos tendremos una situación como la del México actual.

México ha tenido un crecimiento continuo, pero lento, durante los últimos sexenios, pero persisten severos problemas de pobreza y marginación, así como fuertes desequilibrios regionales y en la distribución del ingreso. No obstante, diversas zonas del país han registrado crecimientos elevados y sostenidos (4% anual o más) por más de dos décadas como el Bajío o el Centro-Norte del país.

Por ello, en paralelo al rápido crecimiento, los países exitosos han mejorado sustancialmente su sistema educativo, la cantidad y calidad de su infraestructura, han fortalecido su Estado de Derecho adoptando normas y estándares internacionales y, en general, han mejorado el marco jurídico e institucional en el que operan y se toman las decisiones en sus economías.

 

¿Qué es lo que le ha faltado a México?

¿Ha faltado inversión? Aunque en los últimos cinco sexenios la inversión en la economía como porcentaje del producto interno bruto pasó de 17.1% a 22.4%, el crecimiento promedio de la economía ha disminuido consistentemente (ver gráfica).

Lo anterior muestra que no ha sido la insuficiente inversión el principal factor que ha frenado el crecimiento y el desarrollo del país. Más bien, han sido factores de carácter microeconómico que han impedido que ese crecimiento de la inversión se haya traducido en un crecimiento más acelerado y en un mayor desarrollo económico.

 

No ha sido la insuficiente inversión el principal factor que ha frenado el crecimiento y el desarrollo del país. Más bien, han sido factores de carácter microeconómico

 

Peor aún, en muchos casos estas distorsiones microeconómicas han hecho que una parte de los esfuerzos de inversión hayan contribuido poco a elevar la productividad de la economía. Inversiones abandonadas, sobrecostos escandalosos, construcciones deficientes, corrupción, etc. parecen haber sido frecuentes en las últimas administraciones.

Esto nos regresa otra vez a la visión del Ing. Slim. En el mismo evento señaló que “las condiciones están dadas [para un mayor crecimiento]…hay 1,600 proyectos de infraestructura, de pura infraestructura que se tienen contemplados”…”hay un potencial y grandes posibilidades de crecimiento a través de estas grandes inversiones y que los recursos ahí están y que los proyectos ahí están”.

Que existan oportunidades para grandes inversiones es muy probablemente cierto, pero ello no necesariamente significará mayor desarrollo económico por varias razones.

La primera tiene que ver con los factores microeconómicos antes mencionados. ¿Se está mejorando el sistema educativo del país? Dudoso, por decir lo menos; ni qué decir del respeto al Estado de Derecho, la inseguridad y el crimen, o la discrecionalidad en la toma de decisiones gubernamentales.

¿La política de desvinculación del Conacyt del sector privado y el “retorno a nuestras tecnologías y conocimientos ancestrales” apoyará un mayor crecimiento y desarrollo económicos?

En segundo lugar, ¿en dónde está una política de apoyo a las pequeñas y medianas empresas que constituyen más del 90% de las empresas del país y generan más del 80% de los empleos formales?

Dentro de los 18 proyectos prioritarios del presupuesto gubernamental de este año por un monto de 251.6 mil millones de pesos, lo destinado al Apoyo a Pequeñas y Medianas Empresas representa solamente el 1.2% del total (3 mil millones de pesos).

Tercero, los proyectos prioritarios de infraestructura de este gobierno, el Tren Maya, el sistema aeroportuario del Valle de México (Sta. Lucía, Toluca, AICM) y la refinería de Dos Bocas, han sido fuertemente cuestionados por todos los análisis de instituciones académicas y profesionales independientes, por lo que existe una elevada probabilidad de que terminen siendo “elefantes blancos” que resten, más que sumar, al desarrollo económico de mediano y largo plazos.

En conclusión, independientemente de si el Ing. Slim quería quedar bien o no con el presidente López Obrador, detrás de sus afirmaciones se encuentra claramente la intención de perpetuar el esquema de negocios entre el gobierno y las grandes empresas, nacionales y extranjeras, dejando por completo al margen al grueso del aparato productivo nacional.

Con un esquema de este tipo seguramente se va a gastar mucho en grandes proyectos con los mismos beneficiarios de siempre, pero difícilmente se estarán sentando las bases para un desarrollo acelerado y sostenido que beneficie a la mayor parte de la población.

 

Oscar Vera Oscar Vera Doctor en Economía con especialidad en Finanzas Públicas por la Universidad de York, en Inglaterra. Director general de Asesoría y Estrategia Económica, S.C. Director del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) entre 1991 y 1996. Economista en Jefe para México y América Latina de Deutsche Bank entre 1996 y 1999. Funcionario de las secretarías de Programación y Presupuesto y de Energía, Minas e Industrias Paraestatales entre 1981 y 1984.