¿Puede AMLO destrabar conflictos entre empresarios y comunidades indígenas?
Cada sexenio ocurre al menos un evento similar. El gobierno federal licita un proyecto, hay competencia y una empresa resulta ganadora. Se asegura una inversión millonaria pero, al iniciar el proyecto, los pobladores se oponen de una manera tal que las obras se retrasan por años.
Las autoridades son la encargadas de consultar a los pueblos sobre los proyectos que afectarán sus territorios o de llegar a un acuerdo para lograr desarrollarlo, sin embargo, resulta sumamente tardado.
El caso de la empresa SunPower y los habitantes de la comunidad indígena de San José Tipceh, en Yucatán, fue dada a conocer en noviembre de 2018.
SunPower ganó un concurso en 2016 para desarrollar un parque de energía solar en el estado del Sur. Éste debía entrar en operaciones en agosto de 2018, pero las dilaciones con la comunidad han sido tantas, que la fecha de inicio ya fue recorrida hasta septiembre de 2020.
Como SunPower hay otra decena de empresas que no logran llevar a cabo sus inversiones por la falta de coordinación entre el gobierno y las comunidades, sin embargo, ya entramos en un nuevo sexenio, el de un hombre que obtuvo el 53% de los votos el pasado 1 de julio y que su principal objetivo es desarrollar toda la zona Sur del país.
Por eso es que asalta la duda de si existe la posibilidad de que Andrés Manuel López Obrador podría ser, con su legitimidad electoral y acercamiento con el pueblo, la clave para destrabar los proyectos obstaculizados por los pueblos indígenas.
A simple vista, la respuesta es afirmativa por su 53% de votación, su constante apoyo a los pueblos del sur y una galería de fotos interminable de sus recibimientos llenos de flores en diversas poblaciones; sin embargo, una cosa son lo pueblos en estado de pobreza y otros los de comunidades indígenas.
Estas comunidades son distinguidas por su ausencia de representación en las decisiones políticas, hasta la llegada de María de Jesús Patricio (Marichuy) la aspirante a candidata independiente presidencial en las elecciones 2018, su presencia en la escena electoral era mínima.
En las elecciones de 2018 las secciones indígenas rompieron su récor de participación electoral desde 1994 cuando votaron 64.8% de sus pobladores, en la última contienda la participación fue de 69.9% de acuerdo con un estudio del Colegio de México para La Jornada del Campo.
Y así como cualquier otro municipio, las comunidades indígenas no tienen un voto unánime por uno u otro candidato y en las elecciones de 2018 no todas apoyaron a López Obrador.
En las regiones huicot-tarahumara y maya de Yucatán, José Antonio Meade alcanzó niveles de votación del 53.7% y 42.9%; Ricardo Anaya pasó desapercibido en Chiapas y Oaxaca, mientras obtuvo el 31.3% en Yucatán; el PRD obtuvo el 19.2% en la región de la Montaña dentro de Guerrero.
Por su parte, AMLO tuvo fluctuaciones de voto que fueron entre el 29.5% en Yucatán y el 64.2% en Oaxaca.
Próximamente López Obrador buscará la construcción del Tren Maya y aunque su consulta aceptó el desarrollo de la obra, representantes de comunidades indígenas declararon que su opinión fue omitida.
Como respuesta, la nueva administración aseguró que se realizaría una consulta indígena organizada por el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), pero los representantesde estas comunidades ya se adelantaron y en Chiapas grupos zoques, tzeltales, tzosiles y choles ya rechazaron el resultado de las consultas con plantones fuera del Congreso local.
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