Neoliberalismo a la mexicana

Los neoliberales mexicanos erraron al entender que la globalización no implicaba renunciar a la identidad y al compromiso nacional.
24 Febrero, 2019

Segunda llamada. El pasado 21 de febrero el presidente Andrés Manuel López Obrador nuevamente fue contundente: se debe fortalecer el mercado interno y para que ello ocurra es necesario apoyar a los sectores estratégicos que fueron descuidados durante la etapa neoliberal.

El titular del Poder Ejecutivo se refirió a la industria mexicana que enfrenta la competencia desleal de importaciones que llegan a México a precios artificialmente bajos, es decir, que son baratos porque provienen de naciones que no respetan las reglas fundamentales del comercio internacional.

Textualmente señaló: “nosotros tenemos que apoyar a la industria nacional, al mercado interno, a la industria textil, del calzado y también a las industrias que se dedican a la producción de acero no estamos de acuerdo con lo que se hizo en el período neoliberal”

Como se recordará, el pasado 4 de febrero dio un mensaje similar al indicar que México respeta los acuerdos internacionales, de eso no cabe duda, no obstante, también indicó que el fortalecimiento del productor nacional debe ser una prioridad en la elaboración de la política económica que guiará su administración.

¿A quién dirige su mensaje? Sin lugar a duda que tiene como destinatarios a quienes quedaron atrapados por los intereses y dogmas del modelo neoliberal mexicano, un esquema que le ha fallado a los mexicanos tanto por no corresponder a la realidad de la economía nacional como por haber sido instrumentado deficientemente y sin respetar sus propios fundamentos.

Los neoliberales mexicanos no solamente erraron al entender que la globalización no implicaba renunciar a la identidad y al compromiso nacional, también les faltó observar que los países más exitosos en la apertura económica mundial fueron aquellos que entraron a esa etapa privilegiando su interés nacional y que tuvieron como objetivo el desarrollo de sus sociedades.

En México ocurrió lo contrario, se denostó la identidad nacional y el sistema productivo desarrollado durante los años previos, se renunció a la parte positiva del Desarrollo Estabilizador en favor del dogma neoliberal y la promesa foránea.

La justificación de que no había margen porque la crisis de los años ochenta obligó a realizar una apertura económica acelerada solo puede aceptarse parcialmente, en el mediano y largo plazo se debieron construir las bases de un sistema altamente productivo y competitivo creador del empleo bien remunerado que la sociedad requiere.

A los neoliberales se les olvidó lo anterior; nunca lograron incrementar la productividad de la economía porque ello requería elevar las capacidades transformadoras de las empresas nacionales; el problema es que el modelo neoliberal había propiciado previamente su destrucción, quienes sobrevivieron fueron relegadas a la informalidad o dejadas de lado por una política que favoreció la entrada de capital extranjero.

Debe citarse que atraer inversión foránea es algo positivo, sin embargo, su utilidad se reduce cuando se hace sin procurar integrar a la empresa nacional a esos flujos de inversión. Aún es más dañina cuando la apertura se realiza destruyendo a la base productiva nacional.

La consecuencia de lo último es la eliminación y precarización del empleo y con ello del bienestar.

 

Atraer inversión foránea es positivo, pero su utilidad se reduce cuando se hace sin procurar integrar a la empresa nacional a esos flujos de inversión. Y es más dañina cuando la apertura se realiza destruyendo a la base productiva nacional.

 

El Presidente entiende bien la connotación negativa de lo anterior, pero parece que todavía no es asimilado por algunos actores políticos y económicos.

La añoranza por los mejores tiempos del dogma neoliberal existe no solo afuera del gabinete, algunos funcionarios siguen entregados a la creencia de que México debe abrirse al comercio internacional sin importar que sea víctima de quienes no respetan las reglas mínimas que deberían garantizar una competencia justa.

De hecho, y en una muestra de las dificultades que tienen para comprender el mensaje del titular del Poder Ejecutivo, durante los primeros meses del año se han instrumentado acciones que no solo atentan contra el crecimiento económico y la generación de empleo en el país, en los hechos son contradictorios respecto a los fundamentos de la propia doctrina neoliberal. Permitir la competencia desleal ni siquiera está justificado en el dogma neoliberal.

En este sentido es positivo que el presidente López Obrador reafirme su mensaje, pero igualmente relevante fue que haya anunciado la creación del Consejo para el Fomento a la Inversión, el Empleo y el Crecimiento Económico.

El Consejo constituye una alternativa para elevar la coordinación de la política económica. Será interesante ver si puede vencer a la inercia institucional y el dogmatismo neoliberal que ha tejido una enorme red de intereses y de adeptos.

 

@jldg71

José Luis de la Cruz José Luis de la Cruz Es Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico A.C. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores del CONACYT y ha realizado estancias de investigación en la Kennedy School of Government de la U. de Harvard y en el Instituto Lawrence Klein de la Universidad Autónoma de Madrid. Ha sido Director del Centro de Investigación en Economía y Negocios y del Departamento de Economía y Finanzas en el Tec de Monterrey. Autor de libros y conferencista regular. Es Maestro en Economía por el Colegio de México y Doctor en Administración por el Tec de Monterrey.