El Péndulo: “Quiero pasar a la historia como un buen presidente”

4 Julio, 2019

La noche de su triunfo, hace un año, AMLO pronunció un discurso en el que expresó que tenía el deseo legítimo de pasar a la historia como un buen presidente.

¿Para él, qué es ser un buen presidente? En mi opinión una buena gestión, por la que de verdad sería recordado como tal por la sociedad mexicana, incluirían cinco elementos. Primero, lograr un crecimiento económico razonable sostenido (digamos que promedie 3.5% anual promedio durante el sexenio); segundo, reducir los niveles de pobreza extrema a la mitad; tercero, disminuir la desigualdad en la distribución del ingreso al menos en una cuarta parte; cuarto, combatir fuertemente la inseguridad pública; y, quinto, erradicar la corrupción.

La población mexicana, estoy seguro, compartiría con el presidente esos 5 objetivos. No imagino a nadie que los cuestione. Ganó la presidencia porque los prometió y porque la estrategia anterior no rindió los frutos en ninguno de los cinco elementos. Había que buscar alternativas, y así lo expresó el votante.

 

Si bien es cierto que es muy temprano para realizar una evaluación de su Administración, también es cierto que los primeros siete meses (más los de transición) son suficientes para ver el trazado de la ruta.  

 

El presidente hace bien en poner en el centro de su agenda a la pobreza, corrupción y fin de los privilegios. Se agradece. Pero la estrategia importa para la consecución de los objetivos. El re-direccionamiento del gasto social y la transferencia directa hacia la población no bastan para reducir la pobreza. La calidad de la política pública importa e importa mucho. Dicho esto, veamos los primeros indicios de los cinco elementos referidos arriba.

Primero, la belicosidad del discurso no ha convocado a los distintos sectores de la población a trabajar hacia el mismo destino. Ha polarizado. Y la evidencia nos muestra que sociedades divididas no llegan a buen puerto. De hecho, en el mediano plazo alimentan la velocidad del péndulo. Brasil, hoy día, eligió a la extrema derecha. No es conveniente que el presidente con su discurso divisivo ocasione que el péndulo tome fuerza: en 2024 o a lo más en 2030 México se puede ir al otro extremo y la 4T será un episodio mas en la historia del país.

Segundo, la ruta crítica en materia económica posee muchos claroscuros, con más dudas que confianza. La labor para darle certidumbre a la inversión, por decir lo menos, ha sido hasta ahora fallida. La cifra del primer trimestre de la inversión es decepcionante y preocupante (disminuyó más de 5% real en lo que va del año). Si sigue así, no habrá crecimiento suficiente. Al día de hoy ya es motivo de duda, aún con ligeros aumentos en el consumo.

Tercero, la esperanza de que, al ganar un partido autodenominado de izquierda, diseñara e introdujera acciones sociales que resolvieran en buena parte el problema de la pobreza y la desigualdad fue enorme. Un gran sector de la sociedad se imaginó un México con una Seguridad Social Universal, acción característica de gobiernos socialdemócratas, de izquierda moderna, progresistas, y que ha sido históricamente la política pública que más ha dado resultados en abatimiento de pobreza y desigualdad.  El PND es una desilusión en este sentido.

 

Peor aún, el gasto social da la impresión que busca más construir clientelas electorales, que realmente querer ayudar a los pobres.

 

La ineficacia de esa estrategia social, cuando se estira de más, es histórica. En el largo plazo no funciona. Con el capital político que tiene el presidente, la tan ansiada Seguridad Social Universal podría al fin introducirse al país y así efectivamente reducir pobreza y desigualdad si se recapacita. El presidente está perdiendo una gran oportunidad de avanzar socialmente en el país.

Cuarto, ha continuado con la impunidad y la selectividad en la aplicación de la ley. La corrupción no disminuirá si sigue por ese camino. El presidente debe rectificar.

Quinto, su estrategia de seguridad ha sido errática la que no ha permitido dar confianza a los ciudadanos. Los índices delictivos van hacia arriba. Los linchamientos, tal vez el mejor indicador para mostrar la pérdida de confianza en la impartición de justicia, continúan al alza en estos seis meses del 2019. 

Su desdén hacia la política pública y más generalmente hacia el conocimiento, se está transformando en un acicate que obstaculizará su legítimo deseo de ser un buen presidente.

 

Es una falacia que el recorte indiscriminado e irracional de recursos, para distribuirlo a través de transferencias directas, disminuirá la pobreza. 

 

Sr. Presidente, es importante que recapacite y comprenda que la ausencia de políticas públicas lo llevarán al abismo, más allá de los aciertos que ha tenido como el intento de reducir privilegios y corrupción. Comprenda que su periodo es de seis años, no más. Si continúa así, lo que vamos a ver pronto es un gobierno de extrema derecha. ¡No nos haga eso!

Fausto Hernández Trillo Fausto Hernández Trillo Investigador y académico del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). Experto en finanzas públicas, macroeconomía y sistema financiero. Investigador Nacional Nivel III. Doctor en Economía por la Universidad Estatal de Ohio, EU, y profesor visitante en universidades de México y Estados Unidos. Autor de 3 libros y de decenas de artículos académicos. Conferencista y consultor de organismos internacionales y del gobierno mexicano y galardonado con el Premio de Economía Latinoamericana "Daniel Cosío Villegas".