Estética de la violencia. Cine underground: ¿arte o morbo?

El fenómeno de las películas mondo y "snuff" sigue causando controversia desde 1975. ¿Tienen un verdadero valor artístico o sólo es un pretexto para exhibir misoginia y violencia desmesuradas?
31 Diciembre, 2018 Actualizado el 7 de Enero, a las 13:40
Póster Snuff, de 1975. "La película que sólo podría haberse hecho en Sudamérica, donde la vida es barata".
Póster Snuff, de 1975
Arena Pública

En 2006 se lanzó S&man (Sandman), un documental con una subtrama ficticia que se adentra en el mundo del cine clandestino, específicamente películas pornográficas con altos niveles de sadomasoquismo hasta el extremo de llegar al asesinato. 

Esta cinta quizá hubiera caído en el olvido de no haber sido rescatada por Netflix, que la mantuvo un tiempo en su catálogo. En ella seguimos al amante del cine de bajo presupuesto, JT Petty, en su búsqueda por una explicación satisfactoria del porqué la gente busca películas fetichistas, con la máxima violencia posible.

En su investigación, Petty se topa con directores como Fred Vogel, director de la trilogía de August's Underground, considerada hoy por hoy la franquicia más enfermiza en el cine. También se incluyen entrevistas a actores, por ejemplo Debbie D., un reina del grito con buena fama dentro del mundo underground y Erik Marcisak, un comediante estadounidense que dirigió una compañía teatral llamada The Laugh Factory, que desempeña el papel ficticio de un director snuff.

Aparte del intento por justificar la existencia del terror en general, S&man nos lleva en un recorrido amplio por el mundo del entretenimiento subterráneo y cómo se mantiene la industria, con base en encuentros de realizadores, la venta en internet y los encargos personalizados de clientes. Mientras tanto, esos realizadores se ven obligados a usar como actores a familiares o amigos, aunque también hay algunas "celebridades" que se prestan a tomar estos papeles, ya sea como víctima o victimario.

 

 

Este documental plantea una pregunta que realmente ha estado presente durante toda la historia de la humanidad: ¿Por qué nos llama tanto la violencia? ¿De dónde surge el morbo? Ese extraño y culposo placer de ver a alguien sufrir. Mismo cuestionamiento que agarró fuerza en la década de los setenta cuando surgió la película Snuff (1975), que muestra a un grupo de mujeres motociclistas homicidas persiguiendo a un grupo de cineastas. Lo más destacable de este filme es la innovación de agregar una escena extra, una segunda película, en el que supuestamente torturan y asesinan a la actiz principal.

Ya antes, específicamente en 1962, había surgido en Italia Mondo Cane, una especie de documental sobre distintas prácticas culturales que tenía como objetivo provocar un shock en el espectador. Así nació el cine mondo, que alcanzaría su punto máximo con Holocausto Caníbal (Roberto Deodato, 1980), obra italiana que catapultaría el género del falso documental y aborda la historia de un grupo de cineastas que fueron devorados por una tribu del Amazonas al intentar filmarlos.

Tanto en Snuff, conocida con el título de El ángel de la muerte en Latinoamérica, como en Holocausto caníbal se produjo un fenómeno mediático sin precedentes, que tenía como objetivo potenciar el morbo del público.

Ambas producciones comenzaron una campaña publicitaria que aseguraba que las escenas mostradas en la pantalla eran reales. El asunto llegó a tal extremo que se enviaron cartas falsas a la prensa pidiendo que cancelaran las exhibiciones de las películas en los cines; incluso Deodato hizo firmar a sus actores un cláusla de exclusividad para que no aparecieran en público durante un año, para seguir la pretensión de que en verdad habían desaparecido en la selva amazónica.

Los dos cineastas anteriores se vieron obligados a revelar la falsedad de sus trabajos al verse envueltos en investigaciones judiciales por asesinato y maltrato animal. Sin embargo, sentaron las bases para un nuevo género extremo y el nacimiento de la leyenda del snuff.

Se define como película snuff a una grabación donde se muestra a una persona que es torturada y asesinada. Según los rumores vulgares, estas cintas completamente auténticas circulan por un mercado negro a altos costos.

Posteriormente, salieron a la luz un par películas japonesas que pusieron al mundo de cabeza. La serie de Guinea Pig cuenta ahora con siete partes, siendo las dos primeras las más conocidas de la franquicia. La segunda película, llamada Flor de carne y sangre, se ganó un lugar en el salón de la infamia cuando Charlie Sheen la confundió con una auténtica cinta snuff y el FBI investigó el caso. Los productores se vieron obligados a sacar un material del "detrás de cámaras" para evitar mayores malentendidos. Pese a este esfuerzo, el escándalo fue tal, que en Japón actualmente está prohibido realizar alguna producción cinematográfica que utilice el término de guinea pig. 

Así se podrían enlistar un sinfín de producciones donde el objetivo primordial es retratar lo más bajo y sucio del ser humano a un costo igual de bajo. Pero sólo queda señala a la ya mencionada trilogía de August´s Underground, de la que su segunda entrega, Mordum, es la más popular.

En la red se pueden encontrar muchísimas listas que enumeran "las películas más perturbadoras", aunque se pueden contar con los dedos de una mano aquéllas que dan mención a esta cinta. A decir verdad, tanto en contenido como en forma, Mordum hace parecer a cualquiera de sus competedidores como entretenimiento infantil.

La trama, si se le puede llamar así, gira en torno a una pareja de psicópatas que tras una pelea descubren lo placentero que les resulta el sufrimiento ajeno. Entonces deciden torturar y asesinar a varias personas para satisfacer su perversión. El mismo director, Fred Vogel, confesó que varias veces tuvieron visitas de la policía por los reportes de horrendos gritos en los lugares de la filmación. La película incluye escenas de emetofilia (la excitación causada al inducir, observar, ingerir o expulsar vómito), necrofilia, mutilaciones y todo un catálogo de las pasiones más bajas.

Si bien es cierto que la mayoría de estas películas buscan simplemente apelar a la insana curiosidad de la gente, a satisfacer fetiches y perversiones para así ganar dinero, bien se pueden rescatar diversas interpretaciones, mínimo de las obras mencionadas en este artículo. Bill Zebub, uno de los directores entrevistados en S&man, lo dice todo con estas palabras: "Yo no grabo esto para hacer una obra cinematográfica, lo grabo para que los pervertidos me den su dinero". 

Holocausto Canibal funciona como un discurso cuasi etnográfico, mas no de las culturas nativas del Amazonas, sino de las formas caucásicas que invaden y se apropian de tradiciones que ellos consideran inferiores, para luego colocarse en un papel que no corresponde a sus acciones. 

Guinea Pig: flor de carne y sangre, si bien no cuenta con una historia, propiamente dicha, sí tiene un fondo por demás interesante. En las palabras de Hermes "la vida no puede exisitir sin la muerte, la creación depende de la destrucción", la producción japonesa retoma esta máxima con un samurai que crea su jardín botánico con fertilizante vivo. Para él, las formas más hermosas de vida, no pueden subsitir a menos que destruyan a otro ser vivo. Es una analogía bien lograda, aunque llevada a un extremo repulsivo, del funcionamiento de la creación en el microcosmos. 

Por último, August's Undergroun: Mordum, es el retrato sin velos o máscaras de la naturaleza de los psicópatas, que no tienen ninguna otra aspiración, ningún otro motivo que el de acabar con otro ser humano. Este film es el reflejo de una realidad alarmante, donde tu camino puede terminar al cruzarse con el de un loco que decida acabar con tu vida, por el simple hecho de que encuentra un malsano placer en el dolor.

 

Fred Vogel, director de August's Underground.

 

¿Hasta qué punto es justificable la existencia de este tipo de cine? ¿Se trata de una manifestación artística o más bien de un discurso de odio, de una apología del crímen? Estas preguntas se formulan por sí solas al considerar el alto nivel de misoginia (al pensar que la mayor parte de estas cintas muestran feminicidios) y la violencia sin límites contenidas en este género. También un punto a considerar es al público que se dirigen los productores del mondo y el extremismo.

Lo que hasta hace poco se consideraba como pocó más que un cuento para atemorizar a los seguidores de las teorías conspirativas, hoy el snuff se ha convertido en algo ya muy cercano a la realidad. Hay que recordar tan solo el terrible caso de Daisy's Destruction, que pasó de ser un mito de internet a un caso comprobado de snuff.

Peter Scully, un criminal australiano nacido en 1963, es el personaje que se lleva este dudoso honor, cuando en 2015 fue arrestado en Malaybalay, en las islas filipinas. Entre muchos otros delitos, Scully es responsable de las grabaciones y la comercialización de diversos videos de tortura y asesinato en el mercado de la red profunda.

El más tristemente célebre de ellos es una serie de clips bajo el título de Daisy's Destruction, que muestra la tortura y brutal asesinato de una niña pequeña. Por fortuna, los responsables de estas atrocidades fueron apresados y los videos bajados de internet, llevándose consigo gran parte de los dominios Orion donde se llevaban a cabo diversas actividades ilícitas.

¿Acaso es válido aprovechar la libertad de expresión con estos temas tan sensibles que, de dar un pequeño paso en falso, cruzan la frontera de la incitación.? Quizá el mayor logro de este cine es el de exponer el lado oscuro del humano tal cual es, puesto que el arte debe reflejar la realidad en todos sus aspectos y no sólo lo sublime.

El mondo o el así llamado torture porn no se esfuerzan en romantizar a un asesino hasta el grado de convertirlo en héroe, como sí lo hacen muchas producciones hollywoodenses. Por el contrario, lo muestran con toda la degradación que lo conforma, gritando al aire que no se trata de un juego, esos monstruos existen y te los puedes encontrar a la vuelta de la esquina.

MÁS INFORMACIÓN: Filipinas quiere recuperar la pena de muerte para condenar al pederasta australiano Peter Scully.

MÁS INFORMACIÓN: S&man (2006), 5.7/10

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