Ciudadanos pagan caro la improductividad de PEMEX

La secretaría de Hacienda exprime el bolsillo de los contribuyentes para cubrir el hueco que dejaron los ingresos petroleros en las finanzas públicas, a la vez está destinando una parte importante de impuestos para rescatar a PEMEX
14 Febrero, 2017 Actualizado el 15 de Febrero, a las 07:38
Los ciudadanos pagan los platos rotos de su improductividad con sus impuestos.
Los ciudadanos pagan los platos rotos de su improductividad con sus impuestos.
Arena Pública

Los impuestos se están depositando en un barril sin fondo.

Los ciudadanos están pagando con sus impuestos y por partida doble las malas decisiones que se tomaron en el pasado y que llevaron a Petróleos Mexicanos (PEMEX) a convertirse en la empresa improductiva que es hoy.

A PEMEX le cuesta más producir que no hacerlo, por primera vez en la historia en 2015 sus costos de operación rebasaron en 13% a sus ingresos por ventas de acuerdo con el informe “Las dos caras de tú moneda. Una mirada a la expansión del gasto público”, elaborado por el centro de pensamiento México Evalúa.

En los primeros tres años de la administración de Enrique Peña Nieto las ventas de PEMEX disminuyeron 40% o poco más de 753 mil millones de pesos, en el mismo lapso sus gastos de operación aumentaron 22% o más de 238 mil millones de pesos.

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La recargada plantilla laboral de la empresa estatal es una de las razones de su improductividad. Mientras que trasnacionales como Shell o Exxon producen 0.031 barriles diarios de petróleo equivalente por trabajador, PEMEX produce 0.023. 

Las compañías extranjeras emplean una cantidad mucho menor de trabajadores que la mexicana, la noruega Statoil por ejemplo, cuenta con una sexta parte de los más de 138 mil trabajadores que tiene PEMEX y su productividad es del doble que la empresa del Estado.

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Tarde o temprano la factura llegaría a los ciudadanos y ya lo hizo.

Por un lado los secretarios de Hacienda durante la administración que lidera Enrique Peña han exprimido el bolsillo de los contribuyentes para cubrir el hueco que ha dejado en el presupuesto público la disminución de la producción de petróleo.

En 2012 los ingresos por la venta del hidrocarburo representaron casi el 40% del total y para 2016 sólo el 16%, bajo la misma comparación los ingresos tributarios pasaron de representar el 43% al 56%.

Los llamados ingresos petroleros disminuyeron 33% de 2012 a 2016, casi 400 mil millones de pesos que equivalen a tres veces el presupuesto público que se destinó a salud ese último año.

Sólo Cantarell llegó a producir hace seis años 2 millones 200 mil barriles de petróleo diarios. Hoy produce 200 mil, sólo eso. La gallina de los huevos de oro se nos fue secando, se nos fue acabando, dijo el Presidente Peña refiriéndose a la producción petrolera. 

Pero la política tributaria implementada por Luis Videgaray y luego por José Antonio Meade incrementó 80% los ingresos vía impuestos en el mismo lapso, 1.19 billones de pesos más que equivalen a nueve veces el presupuesto en salud.

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Por otra lado, una parte significativa de los impuestos de los ciudadanos se han transferido a la empresa “productiva” de Estado principalmente para ayudarle a soportar el pasivo laboral de 1.4 billones que enfrenta.

Las transferencias a PEMEX y la Comisión Federal de Electricidad hicieron crecer 179% el rubro del gasto llamado inversión financiera directa que pasó de 157 mil millones de pesos en 2015 a 451 mil millones un año después.

El 87% de ese total corresponde a las transferencias hechas a las empresas productivas de Estado, 160 mil millones para PEMEX, 161 mil millones para CFE y 70 mil millones para el Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios que sirve para compensar mermas en los ingresos y cumplir con el gasto programado.

El monto de 392 mil millones de pesos del rubro inversión financiera que se transfirió a PEMEX y CFE triplica al presupuesto que se destinó a salud el año pasado.

A los ciudadanos les sale cara la improductividad de la petrolera estatal, pues lejos de rendirles frutos les resta la posibilidad de que se inviertan recursos públicos en servicios u otros rubros que les conceda un beneficio mayor o por lo menos más palpable.

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