Jóvenes mexicanos confían muy poco en los demás
Los jóvenes mexicanos han perdido la confianza en los demás.
Ese acto de creer en que el otro actuará de “buena fe” se ha desvanecido.
México es el tercer país donde los jóvenes son más desconfiados de entre los 35 que integran a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Apenas 14% de los jóvenes declaró sentir un alto nivel de confianza en los demás, de acuerdo con los datos de esa institución.
A partir de 2014 la Organización comenzó a medir el sentimiento de confianza en los demás, lo incluyó como uno de sus indicadores de bienestar para su informe anual ¿Cómo va la vida?, el cual es descrito por José Ángel Gurría, el mexicano que lleva las riendas de la organización, como una especie de GPS para medir el aumento de la calidad de vida de las personas.
Los psicólogos dicen que la confianza en los demás es necesaria sencillamente porque vivimos en sociedad y necesitamos de los otros. La confianza facilita la convivencia porque mejora el entendimiento hacia el otro y motiva a actuar de forma más generosa. Además de aliviar los sentimientos de soledad.
México tiene la cifra más baja de “apoyo social” de la OCDE, un indicador que mide al porcentaje de personas que dicen contar con un amigo o pariente en quien pueden confiar en caso de necesidad. El 75% de los mexicanos declaró tener un confidente, pero el promedio de los países que integran esta organización es un distante 88%.
La calidad de las relaciones personales define el bienestar de manera determinante, concluye la OCDE, pues la pertenencia a un grupo social brinda apoyo emocional y facilita el acceso a empleos, servicios y otras oportunidades materiales.
La desconfianza en los demás está asociada a los grupos desfavorecidos -como los desempleados o las personas con ingresos bajos- quienes suelen estar más desvinculados de la sociedad civil, tener menos confianza en las instituciones y ser menos participativos en trabajos voluntarios, cita el artículo introductorio al informe anual ¿Cómo va la vida?
A decir de esa cita, la desconfianza de los jóvenes mexicanos puede justificarse y comprenderse a través de otros números: México es el tercer país con el ingreso familiar más bajo de entre los integrantes de la OCDE y el segundo más desigual, sólo después de Sudáfrica.
Casi el 60% de los mexicanos trabaja en la informalidad, es decir, sin recibir prestaciones sociales y en el último año ha aumentado la proporción de personas que tiene un trabajo precario. México es también el segundo país con las jornadas laborales más amplias de la OCDE.
La desconfianza impacta la participación ciudadana. El país se ubica entre las 10 naciones de la OCDE con la menor participación electoral, el indicador que se utiliza para medirla.
La participación electoral ha registrado una caída drástica, hace más dos décadas -durante la elección presidencial de 1994- se registró una participación de 76% de la ciudadanía, en los comicions más recientes -de 2012- la participación fue de 63%.
México goza de un bono demográfico, es decir, por lo menos durante la próxima década los jovenes serán la mayor proporción de la población, pero la desconfianza que sienten en los demás podría mermar su energía y motivación para emprender un cambio social a través de la participación ciudadana.
A FONDO: Indicadores de bienestar de la OCDE.
A FONDO: Tu indice para una vida mejor: México. OECD.
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